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Archivo Policiaco de Coca Durán by José M. Vacah is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional License.

martes, 11 de noviembre de 2014

¡El Cyborges violó a mi marido! [parte 3]

No se puede comprender la realidad, tan sólo la percepción de ella. Eso mismo era lo que sentía, a través de sus testículos, nuestro detective Jorge Durán, mejor conocido como Coca. El duro, el sangriento detective aficionado a la caspa del diablo. Coca, Coca, Coca susurra el viento contaminado de la Ciudad, las calles se llenan de murmullos al verlo pasar en su Tsuru negro, y a las prostis se les caen los chones (cuando los traen puestos).

                Si sus métodos no son como los de cualquier “policía”, sus habilidades tampoco. Una de éstas era su secreta forma de detección de pistas mediante sus testículos. Si la pista era la correcta, aquella que puede conducir a solucionar un caso, le dolía el tanate izquierdo. Y si el camino era equivocado, le dolía el derecho. A veces le dolían los dos, y era aquí donde la puerca torcía el rabo. Pero su técnica en la investigación, depurada durante más de veinte años de oficio, hacía que no se fiara de cualquier punzada.

                Estaba a punto de dar con el escondite del Cyborges. La última víctima de la máquina pornócrata, Enrique Krauze, denunció la violación ante sus amigos politiquillos. Su caso había trascendido los círculos más altos de la élite política, debido a su amistad íntima con la derecha en turno del poder.

El caso parecía real ante la opinión pública, una máquina violadora al acecho de los escritores de esta inculta Ciudad, sólo por una razón: porque el pueblo siempre está hambriento de historias. Sin embargo, la noticia se vio opacada por sucesos criminales emergentes, el asesinato y la desaparición de estudiantes, entre otros crímenes mayúsculos. La máquina inferno-sexual era un rumor amenazante para el vulgo y una fantasía para algunos marranos.

Boceto del Cyborges encontrado en los archivos clasificados del caso
Osorio Chong había desplegado una operación militar secreta para detener al presunto violador. Pusieron en el caso a un agente por cada dependencia: de la policía federal, de la secretaría de marina y del estado militar; bajo la coordinación del mejor elemento que tenía la Secretaría de Gobernación, el agente más perro de la ex Dirección Federal de Seguridad, un investigador de la vieja escuela, cuyo nombre mantendremos en secreto por seguridad de quien escribe esta página.  Esta comisión especial actuaba rápido, en un pedo entambaron a varios narquillos que se cruzaron en su camino; sus pesquisas eran contundentes, en otro pedo le sacaron la papa a punta de calambres en los huevos a varios hampones (pero la papa era transgénica); en menos de un pedo desarticularon una organización clandestina de guerrilla urbana en Ecatepec;  inmediatamente supieron de nuestro detective, pero lo consideraban un loco, un drogadicto, un ciudadano inquieto, un ex policía delincuencial que no merece la consideración de la mala justicia, ni de la buena. Estos cabrones no se andan con rodeos.

 “¿Estamos ante el caso más peligroso de la década? ¿más peligroso que el chupacabras y el virus del AH1N1 juntos?”  inquiere algún periodista aburrido. “¿Tendremos que preocuparnos los mexicanos por una máquina violadora o por el contagio del ébola?” Por estos días, a donde quiera que uno vaya, hablan del Cyborges. “El narcotráfico, los feminicidios, los asesinatos de estudiantes, la contaminación de los ríos, oh, pobre país. Detener al Cyborges pondrá a México como punta de lanza en la detección de amenazas cibernéticas a nivel mundial, incluso por encima de China, lo que no es poca cosa, ¿pero quién lo detendrá primero? ¿Quién nos salvará? ¿El Gobierno, o  algún héroe anónimo?” No se ha dado ninguna versión oficial, por ninguna dependencia del gobierno, sobre el “rumor” del Cyborges. Ni se dará ninguna, en la cúpula del poder gravitan problemas más severos que consumen el tiempo de nuestro insigne gobierno.


En las tienditas, en los basureros municipales, en los parques, se oyen frases como las siguientes: “El asunto es una cortina de humo para oscurecer la aprobación de las reformas  que consuman la venta de la Patria”, o “Quieren tapar el asesinato de los normalistas”, jaladas que se avienta el populacho. La amenaza es real. 

La operación militar “Culito de Lata” comenzaba a truncar el trabajo de nuestro detective. Si Coca quería cobrar por la captura, tenía que actuar rápido. Joder con el Estado, él mejor que nadie merecía la recompensa, a Coca no le interesaba nada más que el dinero.

 “Los robots violadores operan bajo una lógica, es la lógica del sexo de los insectos amazónicos...” Explicaba nuestro detective a su compañero, el leal y gordísimo, Tambor Ojeda, tirador maestro.

—Píde otra orden de choriquesos para mí, quiero explicarte mi plan…. sé cómo atraerlo. Tengo  una carnada—Y sus ojos echaron chispas.

                Mientras llegaba la siguiente orden de taquitos. Durán mostró una fotografía a su compañero. La televisión de doña Poncha, la dueña de la taquería, vociferó la siguiente información:



                ¡¡El Cyborges ataca de nuevo!!



Continuará.







¡El Cyborges violó a mi marido! [parte 2]

El detective Coca Durán hizo tres anotaciones en su libreta:

“Buscar pistas en la casa de Amado Lars”

La siguiente violación será en el sitio más calientito del buche del gorrión herido. ¿Qué significa? Revisar los diarios de mañana”

“Pasar a la tintorería”

Encendió uno de sus marlboros y comenzó a pensar mientras le daba una chupada a su Coca Cola recién destapada.  Jamás durante tantos años de servicio, el detective Durán se había encontrado en una situación similar, andar tras las huellas de un robot violador. Lo más curioso es que el pervertido cyborg sexual fue creado por un escritor, para realizar cuentos con el mismo estilo literario de Jorge Luis Borges. Poca cosa es que el degenerado robot decidiera, por cuenta propia, secuestrar a su creador, para violarlo, y  no conforme con su frankenstenismo depravado, se convierte en un violador serial de escritores. ¡Vaya caso!, exclamó Durán en la última inhalación de su cigarro.

Encendió el televisor mientras chupaba su coca cola con fruición. La primera imagen que arrojó la t.v. fue la de Arjen Robben, delantero de Holanda, que finge una falta tras un movimiento defensivo de Rafa Márquez. El clavado es un recurso del área chica, todos los delanteros lo intentan, todos lo buscan, pensó mientras cambiaba de canal. La derrota del tricolor no hizo mella en su ánimo, tenía asuntos más importantes que desentrañar. Dejó en pantalla el noticiero de la media noche que ya finalizaba, por un momento juzgó más importante cambiarle al programa de Maradona.  Pero la noticia de último minuto lo atrapó:

“¡El violador serial de escritores vuelve al ataque! Nos encontramos en el sitio exacto de la tragedia, el escritor Paco Ignacio Taibo se encuentra en una ambulancia, está siendo atendido por paramédicos. Según reportes de éstos, el escritor deféquense fue violado con un arma punzocortante. En estos momentos la víctima se encuentra bien pese al trauma recibido. Emilio Zapato, taquero del puesto callejero La Pirueta del Cerdo donde el escritor se encontraba comiendo declara al respecto”:

Estaba a punto de servirle el undécimo taco de pastor con cebollita, cilantrito y piñita, cuando un ser extraño se le acercó por la parte de atrás. Supuse que era uno de esos fans de la condesa que buscan el autógrafo de su escritor favorito a toda costa. Faltaba un cuarto para la medianoche, todas las noches viene el señor Paco a comer aquí, y siempre es abordado por sus fans, pues es un escritor muy famoso. Nomás vi la sombra que cubrió el cuerpo regordete de mi cliente que cayó al suelo fulminado, dando tremendos alaridos, ¡ya me lo mataron!, fue lo primero que pensé.  Le dije a mi chalán que atendiera al señor Paquito y luego luego corrí con mi cuchillo tras el atacante inesperado. Era muy veloz pero pude darle una tarascada en la espalda con mi filo y le salió un chisguete de aceite que me brincó en los ojos y me impidió la vista, ya no pude frenarlo.


“La policía llegó tarde y no encontró rastros del supuesto atacante. Es indignante que un escritor de la talla de Paco Ignacio Taibo sufra un atentado de esta naturaleza. No podemos permitir la ola de violencia y depravación que se ha desencadenado contra nuestros agentes de la cultura. Hemos lanzado, a nombre de este noticiero, los siguientes hashtags:

                #AltoViolador  #TodosSomosPaco #TodosSomosWritters

En necesario hacer un llamado para que todos los escritores, sean becarios o no del FONCA, extremen precauciones.  Paco Ignacio Taibo es la tercera víctima de este violador serial en lo que va del mes“.
¿Cómo puede ser violado alguien de esa forma brutal? Pregunta Durán a su botella vacía de Coca Cola.




Continuará

domingo, 9 de noviembre de 2014

¡El Cyborges violó a mi marido! [parte 1]






—Ándale Vic no te hagas del rogar, si bien que quieres. Déjame llevarte a mi casa… un ratito namás. ¿Qué quieres a cambio? No te pongas exigente capullito. Ya sabes que te recompenso bien. Pero me gusta que te pongas tu mochila, me la pone más dura. Es porque me acuerdo de mi infancia, de los niños que nunca quisieron sobarme la pistola.

                Coca Durán se enamoró de Víctor un día que lo vio salir de la secundaria técnica no. 69. Con su suéter azul y sus pantalones apretados que exhibían la preciosa giba de sus nalgas. Supo que ese culito era suyo desde que, oh cruel destino, a Vic se le cayó un lápiz de su mochila morada, y al recogerlo, efebo empinado, la flecha de Cupido penetró el duro corazón de Durán.

—Ándale Vic— susurraba el ganoso detective, mientras manejaba suavemente por la colonia su Tsuru negro abollado por el oficio: persecuciones, embestidas, atropellos.

Ring, ring, ring.

—Tócamela, a ver dame tu mano. Ándale, siente cómo te estoy extrañando.

Ring, ring, ring.

—¿No vas a contestar tu celular?— preguntó Víctor con una voz muy fina.

—¡Bueno! ¿Qué chingados quiere?

—Señor Durán, necesito su ayuda: ¡secuestraron a mi marido!

—Llame a la policía.

—No puedo, en la delegación jamás me creerían.  Es que… escuche, lo secuestró una máquina. Una máquina me oye. Esto es un caso especial cómo se puede imaginar, le pagaré muy bien.

—¿Una máquina?

—Sí, una máquina que él inventó.

—¿Su marido es inventor de máquinas secuestradoras?

—Sí, bueno, no exactamente, mi marido inventó una máquina. Nunca había inventado una. Esa fue la primera máquina que inventara, es una máquina que escribe cuentos. Mi marido necesitaba escribir un ensayo sobre Jorge Luis Borges, un escritor argentino muy famoso. Era una ponencia para entrar al doctorado de una universidad muy importante y prestigiosa, necesitaba cuentos nuevos de Borges para escribir un estudio completamente original, los necesitaba porque toda la obra del argentino ha sido estudiada ya y por eso la inventó. La máquina tenía un algoritmo muy especial, que le llevó a mi marido 10 años configurarlo, programado con todas las palabras de la obra completa de Borges, para producir combinaciones de texto nuevas, con el mismo estilo literario del autor del Aleph. Mi marido iba a escribir un ensayo sobre una obra inédita de Borges, ¿sabe lo qué significa eso? los críticos jamás se darían cuenta, los cuentos creados por la máquina tenían el sello borgesiano. Pero la máquina cobró vida propia señor Durán, comenzó a tener inteligencia propia, y empezó a escribir poemas eróticos ¿puede creerlo? ¡Se volvió un robot maligno!  ¡Un robot que se reveló contra su creador!

—¿Cómo se llama?

–¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Es el Cyborges!!!!!!!!!!!!!

—¡No! ¿Cómo se llama usted?

—Martha Betancourt, y mi marido es el famoso escritor Amado Lars R. Ayúdeme a encontrarlo y destruir a esa máquina perversa. Sólo quiero ver  a mi marido sano y salvo.

—Acepto el caso.




Continuará.